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EL GAUCHO Y EL CABALLO

El gaucho era un habitante característico de las llanuras y zonas adyacentes de Argentina. ​ Se identificaba por su condición de hábil jinete y por su vínculo con la proliferación de vacunos en la región, además, por las actividades económicas y culturales derivadas de ella, en especial la del consumo de carne y la utilización del cuero.

“El Gaucho Martín Fierro” es un poema narrativo, escrito en verso por José Hernández en 1872, obra literaria ejemplar del género gauchesco, ha sido considerado como «el libro nacional de los argentinos» o como «la Biblia del gaucho». Narra a fondo las costumbres del gaucho, su carácter independiente, heroico y sacrificado.

El capítulo diez del poema es particularmente interesante para nosotros, donde Martín Fierro se ve obligado a batirse a duelo con un indio “pampa”, y se queda con su caballo:

Yo me lo senté al del pampa;

Era un oscuro tapao

(Cuando me hallo bien montao

De mis casillas me salgo),

Y era un pingo como galgo

Que sabía correr boliao.

 

Para correr en el campo

No hallaba ningun tropiezo;

Los ejercitan en eso,

Y los ponen como luz,

De dentrarle a un aveztruz

Y boliar bajo el pescuezo.

 

El pampa educa al caballo

Como pa un etrevero:

Como rayo es de ligero

En cuando el indio lo toca,

Y como trompo en la boca

Da gueltas sobre un cuero.

 

Lo varea en la madrugada

(Jamas falta a este deber),

Luego lo enseña a correr

Entre fangos y guadales:

Ansina esos animales

Es cuanto se puede ver.

 

En el caballo de un pampa

No hay peligro de rodar,

!Jue pucha!, y pa disparar

Es pingo que no se cansa;

Con prolijidad lo amansa

Sin dejarlo corcoviar.

 

Pa quitarle las cosquillas

Con cuidao lo manosea;

Horas enteras emplea,

Y, por fin, sólo lo deja

Cuando agacha las orejas

Y ya el potro ni cocea.

 

Jamás le sacude un golpe,

Porque lo trata al bagual

Con paciencia sin igual

-Al domarlo no le pega-,

Hasta que al fin se le entrega

Ya dócil el animal.


Y aunque yo sobre los bastos

Me sé sacudir el polvo,

A esa costumbre me amoldo:

Con pacencia lo manejan

Y al día siguiente lo dejan

Rienda arriba junto al toldo.

 

Ansí todo el que procure

Tener un pingo modelo,

Lo ha de cuidar con desvelo

Y debe impedir también

El que de golpes le den

O tironeen en el suelo.

 

Muchos quieren dominarlo

Con el rigor y el azote,

Y, si ven al chafalote

Que tiene trazas de malo,

Lo embraman en algún palo

Hasta que se descogote.

 

Todos se vuelven pretestos

Y güeltas para ensillarlo;

Dicen que es por quebrantarlo,

Mas compriende cualquier bobo

Que es de miedo del corcovo,

Y no quieren confesarlo.

 

El animal yeguarizo

-Perdónenme esta alvertencia-

Es de mucha conocencia

Y tiene mucho sentido;

Es animal consentido:

Lo cautiva la pacencia.

 

Aventaja a los demás

El que estas cosas entienda;

Es bueno que el hombre aprienda,

Pues hay pocos domadores

Y muchos frangoyadores

Que andan de bozal y rienda.

..........................

 

 

MARTIN FIERRO

(La Vuelta – Capítulo X)


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